José Boschini-Malavassi & Anthony Sosa Pérez | RELIAL 2021
La llegada de la pandemia ha despertado en Costa Rica un debate que parecía en el olvido desde inicios de los años noventa cuando el país comenzó su apertura comercial al mundo; sin embargo, no fue así. Ese debate es sobre la soberanía alimentaria. Recientemente, el ministro del sector se pronunció a favor de repensar las políticas públicas hacia el desarrollo de la agricultura proponiendo que al menos la mitad de lo que el país consume, se produzca en el país (Muñoz Solano, 2020). Esto muy a pesar del superávit comercial superior a los 2 mil millones de dólares según el SEPSA (entidad encargada de asesorar al ministro) de ramo.
No obstante, como decía Hayek “el problema no es si se debe o no haber planificación, el problema es si esta debe venir de forma centralizada o, dejarla libremente a cada individuo”, nos inclinamos más por esta última, dado que, ya hemos presenciado los fallos de la planificación central sumado, a que la planificación individual existe desde antaño y ha demostrado resultados exitosos.
El país tampoco debe volver a políticas fallidas, retrocediendo con respecto al mundo en áreas que parecían ganadas. Por eso, queremos enfocarnos en la seguridad alimentaria definida por la FAO como “el acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo”.
¿A quién afecta fuertemente y qué efectos produce?
Los mayores afectados han sido las personas de menores ingresos, específicamente, los pertenecientes a los tres quintiles más bajos los cuales tienen una dieta mayormente de granos básicos (85.7 diariamente, con predominancia del arroz, frijoles y maíz). Según datos del INEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) el país tiene un 21% de la población viviendo en pobreza; misma que aumentaría un 2.8% de eliminarse los subsidios estatales, un 5.8% en pobreza extrema con similar situación, aunque, más agravada al aumentar, eventualmente, en 4.2% (Rodríguez Rodríguez, 2020).
Aproximadamente, 1,695,097 personas sufren de algún tipo de pobreza según el Estado de la Nación sin tomar en cuenta la duplicación del desempleo de los últimos dos años en delante de un promedio del 9% hasta un 24% -hasta el momento- debido a los cierres generalizados de las distintas actividades económicas.
En cuanto al acceso a alimento nutritivo nos referimos a aquellos productos no procesados, de lo contrario, sería un desierto alimenticio. En Costa Rica, proporcionalmente, existen mayor cantidad de desiertos alimenticios, concentrándose en la Gran Área Metropolitana por el hecho de no ser rentable ofrecerlos.
Razón por la cual proponemos un sistema innovador creado por el biólogo Dr. Dickson Despommier de Columbia University a finales del siglo pasado. El mismo autor escribió un libro llamado La Granja Vertical: Alimentando al Mundo en el Siglo XXI, habla no solamente de los acontecimientos históricos de las hambrunas sino el tratar de vivir en conjunto con la naturaleza de una manera más amigable devolviéndole a esta su tierra y creando granjas verticales en los hogares, barrios, comunidades, ciudades.
Es importante recalcar que el mismo menciona que no es precisamente dentro de las ciudades donde hay que poner las granjas verticales sino buscar edificios abandonados, en mal estado, donde se puede darle un nuevo uso. Para la ciudad, es mejor bosques verticales para brindarle de nuevo a la ciudad un mayor respiro. Entonces lo que se busca es un balance entre lo que consumimos y producimos porque la mayoría de los alimentos se desperdician en el mundo y Costa Rica no es la excepción. Donde se está muriendo de hambre la gente y existe una inseguridad alimenticia, una falta de adquirir los alimentos.
Lo interesante de este modelo es que primero que todo, surge de iniciativas individuales sin intervención gubernamental, salvo pequeñas excepciones que se abarcaran más adelante, sino también que su precio es relativamente accesible si tomamos en cuenta lo que podría producir en caso de realizarse comunalmente e incluso, entre cinco o seis hogares. Para Costa Rica, el costo ronda entre los 30/40 mil colones -49/65 dólares que bien podrían salir de un eventual premio para utilizarlo como plan piloto en las comunidades ya mencionadas.
Fundamentos sobre los que se sustenta la solución.
El proyecto se sustenta, como se mencionó, bajo el estudio del microbiólogo profesor Dr. Dickson Despommier, el cual hace un llamado poderoso a cambiar la forma como cultivamos nuestros alimentos. En vista de un escenario bastante complicado debido a la pandemia del Covid-19 en Costa Rica, es donde la idea de una política pública bajo el marco de las granjas verticales nace, respaldada por la teoría y la práctica. Nunca en Costa Rica se ha planteado la idea de realmente obtener una seguridad alimentaria para todos los habitantes basado en la sostenibilidad socioeconómica y la de nuestro entorno.
En Costa Rica, encontramos cifras alarmantes sobre el desempleo el cual por las medidas tomadas con respecto al manejo de la pandemia lo disparó 12.9 puntos porcentuales, llegando a un 24.4% (EFE, 2020). Existe una relación de causalidad entendida entre el desempleo y la pobreza lo cual nos lleva a una inseguridad alimentaria de los ciudadanos. Las granjas verticales generarían, en comunidades, una fuente de ingreso para las personas y llevar sustento a otras. Debido al confinamiento de las sociedades, es una oportunidad perfecta para dedicarse a este tipo de cultivo vertical. La escasez de ciertos alimentos ha forzado a miles de personas a cambiar sus hábitos alimenticios y otros han optado por cultivar lo propio dentro del hogar como es en el caso de Bangkok en Tailandia (Delgado, 2020). Además de que serviría para mantener la mente ocupada mientras se está dentro del hogar, un distractor positivo de la tensión, ansiedad y depresión del confinamiento.
Los estudios basados en las granjas verticales se enfocan en la cantidad de población mundial o de un territorio determinado y su aumento a través del tiempo. Las cifras son alarmantes y se menciona en un estudio que para el 2050 la Tierra contará con una población de 9 billones de habitantes y necesitaría, para alimentar vuestras almas, una extensión de tierra del tamaño del Brasil (Cicekli & Barlas, 2014). Costa Rica no será la excepción y llegaría a contar con 5,774,070 personas para el 2050 (World Population Review, 2020). He aquí el porqué de la importancia de implementar, paso a paso, una estrategia sobre las granjas verticales las cuales tienen como objetivo aumentar significativamente la producción de alimentos y reducir la huella ambiental dentro de un marco de edificios u hogares urbanos (Benke & Tomkins, 2017).
El propósito del proyecto es proveer una fuente de empleo a comunidades afectadas fuertemente por la pandemia y llevar la política de seguridad alimentaria a toda Costa Rica. Si bien es una propuesta ambiciosa, esta debe de ser escalonada, por etapas. Como menciona Despommier: “Se trata de cambiar la mirada de la agricultura tradicional, pero que no deje de ser un negocio rentable. Llevar con éxito una de estas granjas verticales requiere de una preparación multidisciplinaria” (Pensis, 2017) y a esto se le debe de agregar acompañada por asesoría técnica con metas de seguimiento, monitoreo y evaluación. Como bien pasa en Panamá donde ya existe una innovación en el tema de granjas verticales y produce alimento los 365 días del año (Gutiérrez M. , 2019).
Cómo se solventa esa deficiencia, quienes son los agentes económico-sociales involucrados, a qué sector o sectores de la comunidad afecta
Aunado a lo mencionado anteriormente, se debe de establecer una propuesta de corto, mediano y largo plazo dividida asimismo por etapas y dirigidas a poblaciones en específico. La deficiencia en materia alimentaria es un proceso continuo que debe de empezar con una muestra sólida de rendimientos constantes para presentar una propuesta para una micro política pública.
Cuando se logra entender lo que dijo Ayn Rand, donde “la minoría más pequeña es el individuo”, se logra entender una política pública dirigida y construida por individuos. Así como Montesquieu mencionaba en su gran obra “El Espíritu de las Leyes” donde los seres humanos somos temerosos, pero logramos reunirnos en un consenso formando núcleos familiares, es así como una política pública conformada desde el seno de cualquiera de los 8 tipos de familia existentes se debe de dar. La propuesta está dividida de la siguiente manera:
Corto Plazo:
La primera etapa de este proyecto consiste en seleccionar 6 familias de una comunidad de ingresos pertenecientes al segundo quintil de la economía costarricense los cuales representan más de 312mil hogares y un ingreso promedio de ₡461,317 (Delfino.cr, 2018).
Para este proyecto se destinará la suma de €300 lo cual equivale alrededor de ₡209,896.40[1]. Bajo las investigaciones que se realizaron y las cotizaciones pertinentes para establecer una granja vertical, se encontró que la más accesible para la creación de 1 granja vertical tiene un costo total de inversión de ₡35,000[2]. Por ende, €300 alcanzan para la realización de 6 granjas verticales destinadas para 6 familias con 6 productos distintos. Estos productos pueden ser: lechuga, tomate, frijoles, perejil, chile dulce, brócoli, albahaca, kale, arúgula, mostaza, apio, remolacha, cilantro.
Una vez seleccionadas las familias se establece cuáles productos debe cada familiar especializarse, esto con el fin de recibir el mayor beneficio posible por cosecha. Si, por ejemplo, de estas 6 familias se escogen los primeros 6 productos de la lista, estos cuentan con un tiempo de cosecha a 3 meses, siendo la lechuga con un tiempo de cosecha de aproximadamente 1 mes (Hidalgo, 1991). Debido a que la cosecha de estos 6 productos tarda (con la excepción de la ya mencionada lechuga) 3 meses, entonces esto da abasto para 4 cosechas al año y 12 cosechas de lechuga. Una vez cumplida la primera cosecha, las familias pueden vender al precio establecido de oferta y demanda a nivel comunal, en sus barrios, y/o utilizar parte para consumo propio. Para maximizar las ganancias tiene que haber una proporción de 80-20, donde el 80% del producto debe de venderse y el 20% puede consumirse o reutilizarse. Con esas ganancias, las familias pueden tener un ingreso extra y también reutilizar el dinero para comprar más semillas, semillas germinadas o la planta pequeña. Inclusive existen técnicas para reutilizar parte de las plantas y crear más. De esta manera, de nuevo en un plazo de 3 meses se tendría otra cosecha. El consumo de agua invertido en una granja vertical es tan solo del 5% versus a las granjas horizontales y por ende regar las plantas con un spray es más que suficiente. Establecidas afuera y con las lluvias fuertes es por eso necesario el plástico para protegerles e inclusive se pueden realizar pequeños agujeros para que el agua se filtre por goteo y así no habría necesidad de riego (Quirós Porras, 2017).
Si bien es un ingreso que tal vez se vea pequeño, las familias obtendrán varios beneficios como, por ejemplo:
- El interés individual por estar en una mejor condición económica
- El interés por el cultivo vertical y sus beneficios para la salud y para el medio ambiente
- El interés por cambiar a un modelo de consumo autónomo y local
- En estos tiempos de pandemia, mantener la mente ocupada con la naturaleza dentro del hogar lo cual sus frutos brindan felicidad y suben la autoestima (Cytowic, 2012)
La primera etapa, y el corto plazo tiene una duración de 1 año; 4 cosechas.
Mediano Plazo:
La segunda etapa incluye la continuación del proyecto con estas 6 familias las cuales pueden cambiar de productos para cultivo. Luego, tomar toda esta evidencia y recopilarla para ser presentada ante la Municipalidad de esta comunidad. Es aquí donde la micro política pública empieza como tal. Primero se establecen los rendimientos y los efectos positivos y las mejoras del proyecto ante la Municipalidad para que ésta establezca una política de promoción de las granjas verticales en otra parte del cantón. La micro política pública es brindar capital semilla para la compra de las granjas y entregárselas a otro grupo de familias. Es una estratégica que los economistas ganadores del Nobel del 2019, Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer, experimentaron en India (Adriano, 2020).
Las Municipalidades podrían hacer una inversión para 10 familias equivalente a ₡350,000 más o menos €575.67 para un plazo de un año. Una granja vertical por cada familia en una comunidad determinada ubicadas en el segundo quintil de la economía. Es una inversión única por parte de la Municipalidad y de esta manera puede ver en un plazo de un año los frutos para estas familias.
La primera parte de la tercera etapa también empezaría a los 6 meses (segunda cosecha de las nuevas 10 familias seleccionadas). Debido a que, a los 6 meses, si se empezase en el mes de enero, en junio se estarían trabajando un nuevo presupuesto ordinario para el ejercicio económico siguiente de las Municipalidades donde se puede incluir una nueva partida para otras 10 familias como parte de esta tercera etapa y de la misma forma una reorganización de ciertos terrenos municipales para que sean utilizados como huertas comunales. Muchas Municipalidades e inclusive la Unión Nacional de Gobiernos Locales (UNGL) tienen muchos terrenos tomados por el hampa que pueden ser reutilizados para brindar nuevas oportunidades a familias de escasos recursos de una manera efectiva (Navarro, 2019). La idea de esta iniciativa es poder trazar qué terrenos, qué condiciones y ajustar un presupuesto para prepararlos para que se establezca un perímetro de seguridad en ellos y dentro las granjas verticales donde las familias cercanas a estos terrenos tendrían un punto de encuentro para producir y comerciar. Asimismo, las Municipalidades ya cuentan con profesionales como ingenieros que brindarían apoyo técnico cada 3 meses para mejorar para la próxima cosecha.
Largo Plazo:
La segunda parte, una vez que se tienen trazados estos lotes y fueron preparados por las Municipalidades, alrededor del principio del tercer año, se puede empezar el proyecto como tal. Dependiendo del tamaño de aplicación de esta propuesta de política pública y los terrenos, el cercar los espacios cuesta alrededor de entre ₡3.5 millones y ₡7.5 millones considerando el estudio de impacto, preparar el terreno, comprar materiales para su construcción y desde luego las granjas. De esta manera, esta política pública ya consolidada, brindaría herramientas de resolución de conflictos, cooperación, desarrollo sostenibilidad, finanzas, educación dual, seguridad ciudadana, y pluriculturalidad de elementos; aparte de un alto valor agregado de ingreso para las familias y los productos.
Igualmente, a largo plazo en una cuarta etapa, sería trazar una política pública dentro de las instituciones públicas donde se cuenten con espacios abandonados como edificios o terrenos que se puede utilizar para granjas verticales a una mayor escala. Por ejemplo, buscar en los centros urbanos grandes edificios que pertenezcan a alguna Institución pública y que esté en abandono y se pueda aprovechar parte de su espacio. Asimismo, los habitantes comenzarían a recuperar espacios públicos y se fortalece la democracia cuando se involucra en cuidar las granjas verticales comunitarias. Igual, basadas en el mismo desarrollo de familias que tomen una estación de granja vertical.
Finalmente, una propuesta a muy largo plazo es replantear las granjas verticales a nivel industrial para las zonas urbanas con el apoyo de empresas privadas, ONGs, individuos y familias.
Viabilidad del proyecto: previsión presupuestaria. Posibilidad de autofinanciación del proyecto
Para entender, a resumidas cuentas, esta política pública, entendemos que hay que plantear de primero unas 6 familias para que obtengan experiencia durante un año y ver los resultados y ver también cómo se puede mejorar. Esta etapa experimental necesita una inversión de €300 ~ ₡210mil. Luego, con la venta de los productos se vuelve a invertir para las otras cosechas.
Sucesivamente, esta idea se llevaría a la Municipalidad con los resultados encontrados y bajo este mismo modelo de brindarle la calla de pescar en vez del pescado a la población, se establece como tal ya la micro política pública. La Municipalidad hace la inversión para 10 familias y brinda asistencia técnica por medio de los mismos profesionales que trabajan dentro cada cosecha para mejorar las cosechas cada 3 meses. De esta manera, a mediano plazo se puede trazar un horizonte para la Municipalidad donde ya existe un precedente y seguir promoviendo la política. Al ser una inversión única, las Municipalidades no tendrían un programa tutelado bajo su supervisión sino trabajar mano a mano con los individuos. Inclusive, ver los frutos de la mejoría en este sentido donde las familias del segundo quintil pueden generar mayores ingresos y ayudar al primer quintil vendiéndoles sus productos y generando un efecto dominó positivo para la comunidad. Las granjas verticales se pueden transformar en granjas hidropónicas y pueden generar hasta₡40,000 (Gutiérrez T. , 2015). Además, para el 2015 se analizó que alrededor de 94,810 familias viven en condición de pobreza extrema, con ingresos iguales o inferiores a los ₡47,000 (InformaTico, 2015). Una política pública ya en una fase avanzada puede ayudar a estas familias salir de esta situación.
Esta iniciativa, de primer plano necesita una colaboración de diferentes sectores como alguna ONG interesada en llevar este proyecto a cabo y promocionarlo. No se pueden establecer políticas públicas sin las pruebas, en especial en Costa Rica y sus comunidades escépticas. Si bien este proyecto puede generar grandes dudas sobre si es económicamente factible o no, la evidencia que se ha brindado lo demuestra. Si bien, a gran escala los costos de inversión más elevados, se reducen muchos costos fijos por la concentración de los alimentos y se compensan con los ingresos que generan; igual los costos de energía se ven radicalmente reducidos más si se aplican energías como la solar para dentro de las instalaciones (C, 2012). Así como un estudio simulado realizado en la ciudad de Berlín para una granja vertical de 37 pisos la cual empezó con grandes dudas y concluyó en demostrar que no es necesariamente el caso y que son factibles con márgenes de utilidad altos (Adenaeuer, 2014).
En resumen, esta es una iniciativa individual descentralizada para la promoción de habilidades técnicas y blandas para una mejora económica de los hogares con ingresos menores o personas en condiciones adversas atribuidas a diferentes situaciones. En conclusión, esta propuesta tendría un gran impacto para todas las personas que han sido afectadas por la pandemia y que de esta manera la inseguridad alimentaria ha estado presente. Costa Rica nunca ha logrado unificar y socavar los resultados de pobreza y por ende posee una población mal nutrida. Si hemos de construir una sociedad mayormente inclusiva donde se priorice el bienestar del individuo y que este tenga la potestad de trabajar para mejorar su comunidad, entonces, “no existe un mal trabajo, solo hombres miserables a quiénes no les importa hacerlo” – Atlas Shrugged.
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Bibliografía
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[1] Al tipo de cambio del día 23 de sept. de 20. https://gee.bccr.fi.cr/indicadoreseconomicos/Cuadros/frmVerCatCuadro.aspx?idioma=1&CodCuadro=%2012
[2] Costo total para 1 granja vertical incluye todos los materiales para la construcción de maceteros en escalera: 1 Tablero de pino 18x200mm 3m 1×8” ₡14,950; 1 pino seco cepillado 19x90mm ₡2,550; 1 madera 8×2” 20U ₡435; 3 jardineras rectangulares plásticas ₡10,049.99; 1 pino seco cepillado 19x65mm 3 ₡1,895; 1.5 plástico protector transparente x metro doble ancho ₡1,642.5; 1 paquete de semillas ₡1,750; abono ₡1,727.51. CT: ₡35,000. Cotización realizada por ferretería EPA – Costa Rica. https://cr.epaenlinea.com/epa-tutoriales/macetero-escalera.html